La enfermería en la
detección de la violencia de género
Los profesionales sanitarios
tienen una gran responsabilidad en la detección y actuación en los casos de
violencia de género. Detectarlo permite realizar una intervención temprana.
Cuando una mujer sufre violencia de género, suele acudir con mayor frecuencia a
los servicios sanitarios. La relación de cuidado que se establece entre
enfermeros y pacientes nos permite valorar a la persona, su entorno familiar y
social, la atención domiciliaria de enfermería es una oportunidad para la
detección precoz.
Cuando un enfermero detecta la
presencia de indicadores de sospecha, se debe poner en marcha el Protocolo de
Actuación en Violencia de Género de su área sanitaria. En primer lugar se hace
una valoración integral de la paciente, anotando en su historia clínica las
iniciales ISMT (Indicador Sospecha Malos Tratos) o CMT (Confirmación Malos
Tratos), según el caso. Hay que informar a la mujer sobre derechos y recursos,
respetando la decisión de denuncia. El siguiente paso sería valorar la
seguridad y el riesgo de la mujer en ese momento, si reconoce o no sufrir malos
tratos y si se encuentra en peligro extremo. Si existe una situación de riesgo
para la mujer hay que poner en conocimiento del poder judicial tanto los casos
de ISMT como de CMT, independientemente de que la mujer realice la denuncia o
no. Todo este proceso se lleva a cabo desde la coordinación con Trabajo Social
y otros servicios implicados.
Cuando se produce una agresión,
los enfermeros actúan dando apoyo emocional y psicológico a la víctima,
realizando de forma conjunta la valoración, exploración, el tratamiento de las
lesiones... En el caso de agresión sexual se toman muestras.
El conocimiento de las causas,
formas de violencia, mecanismos, consecuencias… nos permitirá identificar los
signos, síntomas y conductas que son indicadores de violencia de género. En el
ámbito asistencial, necesitamos conocer los protocolos de actuación sanitaria
ante la violencia de género, conocer los recursos disponibles para la atención
integral a la mujer en situación de maltrato y sus derechos. La formación
continuada sobre la violencia de género es muy importante.
Las mujeres con discapacidad,
las del ámbito rural, las mayores y las mujeres inmigrantes son más vulnerables
a la violencia de género. Las limitaciones físicas, del idioma, de
accesibilidad, son condicionantes que sitúan a la mujer en una situación de
vulnerabilidad.
Es necesario dar a conocer al
personal sanitario las consecuencias de la violencia contra las mujeres en su
estado de salud, así como las consecuencias sobre el desarrollo físico,
psicológico y social de los hijos que viven en relaciones de violencia de
género. La enfermería tiene un papel fundamental en dar visibilidad a las
mujeres más vulnerables, con dificultades en el acceso a servicios de apoyo por
limitaciones físicas o psíquicas. Especialmente en aquellos casos en los que la
mujer no reconoce la situación de maltrato, no tienen apoyo familiar y/o social
y no se produce la toma de decisiones para salir de la relación de violencia de
género.
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